🌿 Romero: cómo cultivarlo, usarlo y aprovechar su magia
- Georgina Schravesande Gutierrez
- 12 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago
Hay plantas que parecen llevar siglos susurrándonos al oído. El romero es una de ellas: firme, aromático y eterno en su verdor, guarda en sus hojas finas la memoria de fogones encendidos, rezos de protección y manos que lo acarician al pasar. Crece como un guardián silencioso, siempre dispuesto a ofrecernos su fuerza y su luz.

Origen y memoria
El romero (Rosmarinus officinalis) es originario de la cuenca mediterránea, donde crece de forma silvestre desde tiempos antiguos en colinas bañadas por el sol y junto al mar. Su nombre viene del latín ros marinus, “rocío del mar”, evocando las brumas salinas que acarician sus hojas en las costas. Ha sido venerado por culturas griega, romana y árabe por su aroma, su fuerza y su papel como símbolo de protección, amor y lealtad. Desde entonces, ha viajado por el mundo en jardines, huertos y altares, adaptándose a diferentes climas y costumbres.
Cultivar romero en casa
El romero no es exigente, pero sí agradece ciertos cuidados para desplegar toda su vitalidad. Existen muchas variedades, desde las rastreras hasta las erigidas, y la elección depende de tu clima: en lugares templados y soleados prospera casi sin esfuerzo, mientras que en climas fríos conviene protegerlo del exceso de humedad.
Puedes cultivarlo tanto en maceta como directamente en la tierra. Si lo pones en maceta, busca un recipiente profundo y con buen drenaje; en tierra, dale un lugar soleado donde pueda extender sus raíces. Riégalo moderadamente, evitando encharcamientos, y realiza podas ligeras para mantenerlo compacto y estimular brotes nuevos. Para multiplicarlo, basta cortar un esqueje semileñoso, quitarle las hojas de la base y colocarlo en sustrato húmedo hasta que enraíce.
Mis formas favoritas de trabajar con él
El romero ha estado presente en mi vida de mil formas. En la cocina, me encanta añadirlo fresco a panes de masa madre, guisos de campo o incluso a infusiones suaves para las tardes frías. En mi botiquín herbal, preparo hidrolato de romero para tonificar la piel, aceite macerado para masajes que despiertan la circulación, y baños aromáticos que reconfortan el cuerpo y el ánimo.
En el hogar, lo uso en sahumerios para limpiar y proteger, en vinagres de limpieza que dejan un aroma fresco y persistente, y en pequeños ramos que cuelgo en la entrada como símbolo de bienvenida y resguardo.
Beneficios que se sienten
El romero acompaña al cuerpo con su calidez y su capacidad de despertar los sentidos. Estimula la circulación, apoya la digestión y revitaliza la piel cansada. Pero también sostiene más allá de lo físico: aclara la mente cuando las ideas se enredan, refuerza el campo energético y nos recuerda nuestra propia fortaleza. Es una planta que nos centra y nos impulsa a seguir adelante, aun en días nublados.
Me encantaría saber cómo usas tú el romero en tu vida. ¿Es parte de tu cocina, tu botiquín, tu altar? O quizá hay algo nuevo que te gustaría aprender sobre él. Cuéntamelo en los comentarios y sigamos tejiendo historias alrededor de esta planta sabia.
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